Pilar Ballarín
* Pfra. Historia de la Educación Universidad de Granada
La demanda de coeducación, en nuestro país, es una constante desde el último tercio del siglo XIX y lo primero que la vigencia del tema lleva a pensar es que todo sigue igual. ¿Nada ha cambiado?
Sin embargo, no podemos olvidar que la historia no se repite, cambian las circunstancias socio-políticas, cambia -aunque lentamente- la mentalidad de las personas, cambian los problemas y deben, por tanto, cambiar las soluciones so pena de caer en el mas ciego anacronismo. Al demandar la "coeducación" para nuestras escuelas ¿Hablamos de lo mismo?, ¿pervive el mismo problema?. ¿No estaremos mitificando la coeducación por ser la fórmula inalcanzada?. ¿No nos estará llevando, esta constante aspiración, a convertir lo que es sólo un medio en objetivo?. ¿No nos estará impidiendo pensar en otros medios, otras estrategias?.
Tal vez no sea posible encontrar todas las respuestas pero creo que revisar estas cuestiones, con cierta perspectiva histórica, puede aportar otros elementos a una reflexión sobre este tema.
En el último tercio del siglo XIX la coeducación empieza a convertirse en una demanda. La Institución Libre de Enseñanza será la pionera y en el Congreso Pedagógico de 1892 se oirán diversas voces con igual demanda. D. Andrés Manjón también reclamará la coeducación y, ya en el siglo XX, Ferrer i Guardia y Rosa Sensat, por citar personajes de todas y todos conocidos. La primera pregunta que yo me hago es ¿Hablaban de lo mismo?
Sin excesiva indagación podríamos presumir que no hablaban de lo mismo dada la diversidad ideológica de los personajes señalados y así es:
Institucionistas, anarquistas y republicanas y republicanos al decir coeducación se refieren a la educación conjunta de chicos y chicas, mientras que el pensamiento católico utiliza el mismo concepto para denominar a la cooperación de varios educadores en la misma obra deformar educandos.
En los tres primeros es común el interés de educar a chicos y chicas juntos pues en ello se ve un medio para aproximar escuela y vida, cuestión que no parecen dudar contribuye a la diversidad de sus proyectos socio-políticos. El optimismo pedagógico característico del regeneracionismo decimonónico -y que alcanza en buena medida al siglo XX- les supone pensar en la educación, y su agencia la escuela, como un motor del cambio social.
Apenas transcurridos treinta años del establecimiento de la obligatoriedad escolar para niños y niñas (Ley Moyano, 1857) comienza a contestarse la división escolar por sexos como una separación artificial sin ninguna relación con la vida. Los educadores y educadoras comprometidos con su tiempo vieron en ello un lastre a la consecución de sus diversos proyectos políticos. Pero otra cuestión común los unía a todos: no cuestionan el rol de madre y esposa asignado a las mujeres. Los institucionistas desde el principio krausista de armonía, anarquistas y republicanos/as desde la engañosa idea de complementariedad, en todos los casos, su objetivo de transformación social era ajeno a las desigualdades de género y mantuvo en las experiencias educativas comunes a ambos sexos, materias específicas para las chicas.
Estas demandas y experiencias, que deben ser interpretadas en su contexto, se truncan en el largo período franquista que abolirá la educación mixta por ser "sistema contrario a los principios religiosos del glorioso Movimiento Nacional y de imprescindible supresión por antipedagógico y antieducativo, para que la educación de los niños y de las niñas responda a los principios de sana moral y esté de acuerdo en todo con los postulados de nuestra gloriosa tradición" (Orden ministerial de 5 de Mayo de 1939). En los años 70 la necesidad de readaptación y renovación del sistema escolar a las nuevas necesidades de desarrollo productivo abrirá la puerta a la educación conjunta de chicos y chicas (Ley General de Educación 1970).
Y llegamos a la actualidad y seguimos diciendo que es necesario coeducar en las escuelas, ¿hablamos de lo mismo?, ¿qué ha cambiado?.
Hoy coeducación, en nuestro país viene significando comúnmente abogar por la igualdad de tratamiento frente a la educación segregada franquista que se fundamentó en necesidades educativas distintas debidas a la distinta naturaleza y función social de cada sexo, pero también frente a la educación mixta que ha reproducido la discriminación de las chicas. Evidentemente ya no hablamos de lo mismo que hace un siglo.
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jueves, 23 de diciembre de 2010
COEDUCACIÓN
Pilar Ballarín
* Pfra. Historia de la Educación Universidad de Granada
La demanda de coeducación, en nuestro país, es una constante desde el último tercio del siglo XIX y lo primero que la vigencia del tema lleva a pensar es que todo sigue igual. ¿Nada ha cambiado?
Sin embargo, no podemos olvidar que la historia no se repite, cambian las circunstancias socio-políticas, cambia -aunque lentamente- la mentalidad de las personas, cambian los problemas y deben, por tanto, cambiar las soluciones so pena de caer en el mas ciego anacronismo. Al demandar la "coeducación" para nuestras escuelas ¿Hablamos de lo mismo?, ¿pervive el mismo problema?. ¿No estaremos mitificando la coeducación por ser la fórmula inalcanzada?. ¿No nos estará llevando, esta constante aspiración, a convertir lo que es sólo un medio en objetivo?. ¿No nos estará impidiendo pensar en otros medios, otras estrategias?.
Tal vez no sea posible encontrar todas las respuestas pero creo que revisar estas cuestiones, con cierta perspectiva histórica, puede aportar otros elementos a una reflexión sobre este tema.
En el último tercio del siglo XIX la coeducación empieza a convertirse en una demanda. La Institución Libre de Enseñanza será la pionera y en el Congreso Pedagógico de 1892 se oirán diversas voces con igual demanda. D. Andrés Manjón también reclamará la coeducación y, ya en el siglo XX, Ferrer i Guardia y Rosa Sensat, por citar personajes de todas y todos conocidos. La primera pregunta que yo me hago es ¿Hablaban de lo mismo?
Sin excesiva indagación podríamos presumir que no hablaban de lo mismo dada la diversidad ideológica de los personajes señalados y así es:
Institucionistas, anarquistas y republicanas y republicanos al decir coeducación se refieren a la educación conjunta de chicos y chicas, mientras que el pensamiento católico utiliza el mismo concepto para denominar a la cooperación de varios educadores en la misma obra deformar educandos.
En los tres primeros es común el interés de educar a chicos y chicas juntos pues en ello se ve un medio para aproximar escuela y vida, cuestión que no parecen dudar contribuye a la diversidad de sus proyectos socio-políticos. El optimismo pedagógico característico del regeneracionismo decimonónico -y que alcanza en buena medida al siglo XX- les supone pensar en la educación, y su agencia la escuela, como un motor del cambio social.
Apenas transcurridos treinta años del establecimiento de la obligatoriedad escolar para niños y niñas (Ley Moyano, 1857) comienza a contestarse la división escolar por sexos como una separación artificial sin ninguna relación con la vida. Los educadores y educadoras comprometidos con su tiempo vieron en ello un lastre a la consecución de sus diversos proyectos políticos. Pero otra cuestión común los unía a todos: no cuestionan el rol de madre y esposa asignado a las mujeres. Los institucionistas desde el principio krausista de armonía, anarquistas y republicanos/as desde la engañosa idea de complementariedad, en todos los casos, su objetivo de transformación social era ajeno a las desigualdades de género y mantuvo en las experiencias educativas comunes a ambos sexos, materias específicas para las chicas.
Estas demandas y experiencias, que deben ser interpretadas en su contexto, se truncan en el largo período franquista que abolirá la educación mixta por ser "sistema contrario a los principios religiosos del glorioso Movimiento Nacional y de imprescindible supresión por antipedagógico y antieducativo, para que la educación de los niños y de las niñas responda a los principios de sana moral y esté de acuerdo en todo con los postulados de nuestra gloriosa tradición" (Orden ministerial de 5 de Mayo de 1939). En los años 70 la necesidad de readaptación y renovación del sistema escolar a las nuevas necesidades de desarrollo productivo abrirá la puerta a la educación conjunta de chicos y chicas (Ley General de Educación 1970).
Y llegamos a la actualidad y seguimos diciendo que es necesario coeducar en las escuelas, ¿hablamos de lo mismo?, ¿qué ha cambiado?.
Hoy coeducación, en nuestro país viene significando comúnmente abogar por la igualdad de tratamiento frente a la educación segregada franquista que se fundamentó en necesidades educativas distintas debidas a la distinta naturaleza y función social de cada sexo, pero también frente a la educación mixta que ha reproducido la discriminación de las chicas. Evidentemente ya no hablamos de lo mismo que hace un siglo.
* Pfra. Historia de la Educación Universidad de Granada
La demanda de coeducación, en nuestro país, es una constante desde el último tercio del siglo XIX y lo primero que la vigencia del tema lleva a pensar es que todo sigue igual. ¿Nada ha cambiado?
Sin embargo, no podemos olvidar que la historia no se repite, cambian las circunstancias socio-políticas, cambia -aunque lentamente- la mentalidad de las personas, cambian los problemas y deben, por tanto, cambiar las soluciones so pena de caer en el mas ciego anacronismo. Al demandar la "coeducación" para nuestras escuelas ¿Hablamos de lo mismo?, ¿pervive el mismo problema?. ¿No estaremos mitificando la coeducación por ser la fórmula inalcanzada?. ¿No nos estará llevando, esta constante aspiración, a convertir lo que es sólo un medio en objetivo?. ¿No nos estará impidiendo pensar en otros medios, otras estrategias?.
Tal vez no sea posible encontrar todas las respuestas pero creo que revisar estas cuestiones, con cierta perspectiva histórica, puede aportar otros elementos a una reflexión sobre este tema.
En el último tercio del siglo XIX la coeducación empieza a convertirse en una demanda. La Institución Libre de Enseñanza será la pionera y en el Congreso Pedagógico de 1892 se oirán diversas voces con igual demanda. D. Andrés Manjón también reclamará la coeducación y, ya en el siglo XX, Ferrer i Guardia y Rosa Sensat, por citar personajes de todas y todos conocidos. La primera pregunta que yo me hago es ¿Hablaban de lo mismo?
Sin excesiva indagación podríamos presumir que no hablaban de lo mismo dada la diversidad ideológica de los personajes señalados y así es:
Institucionistas, anarquistas y republicanas y republicanos al decir coeducación se refieren a la educación conjunta de chicos y chicas, mientras que el pensamiento católico utiliza el mismo concepto para denominar a la cooperación de varios educadores en la misma obra deformar educandos.
En los tres primeros es común el interés de educar a chicos y chicas juntos pues en ello se ve un medio para aproximar escuela y vida, cuestión que no parecen dudar contribuye a la diversidad de sus proyectos socio-políticos. El optimismo pedagógico característico del regeneracionismo decimonónico -y que alcanza en buena medida al siglo XX- les supone pensar en la educación, y su agencia la escuela, como un motor del cambio social.
Apenas transcurridos treinta años del establecimiento de la obligatoriedad escolar para niños y niñas (Ley Moyano, 1857) comienza a contestarse la división escolar por sexos como una separación artificial sin ninguna relación con la vida. Los educadores y educadoras comprometidos con su tiempo vieron en ello un lastre a la consecución de sus diversos proyectos políticos. Pero otra cuestión común los unía a todos: no cuestionan el rol de madre y esposa asignado a las mujeres. Los institucionistas desde el principio krausista de armonía, anarquistas y republicanos/as desde la engañosa idea de complementariedad, en todos los casos, su objetivo de transformación social era ajeno a las desigualdades de género y mantuvo en las experiencias educativas comunes a ambos sexos, materias específicas para las chicas.
Estas demandas y experiencias, que deben ser interpretadas en su contexto, se truncan en el largo período franquista que abolirá la educación mixta por ser "sistema contrario a los principios religiosos del glorioso Movimiento Nacional y de imprescindible supresión por antipedagógico y antieducativo, para que la educación de los niños y de las niñas responda a los principios de sana moral y esté de acuerdo en todo con los postulados de nuestra gloriosa tradición" (Orden ministerial de 5 de Mayo de 1939). En los años 70 la necesidad de readaptación y renovación del sistema escolar a las nuevas necesidades de desarrollo productivo abrirá la puerta a la educación conjunta de chicos y chicas (Ley General de Educación 1970).
Y llegamos a la actualidad y seguimos diciendo que es necesario coeducar en las escuelas, ¿hablamos de lo mismo?, ¿qué ha cambiado?.
Hoy coeducación, en nuestro país viene significando comúnmente abogar por la igualdad de tratamiento frente a la educación segregada franquista que se fundamentó en necesidades educativas distintas debidas a la distinta naturaleza y función social de cada sexo, pero también frente a la educación mixta que ha reproducido la discriminación de las chicas. Evidentemente ya no hablamos de lo mismo que hace un siglo.
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